Las plantas medicinales sin embargo se
caracterizan por aportar al organismo múltiples principios activos que al
tratarse de moléculas orgánicas
se absorben en general más
fácilmente y su efecto depende de la acción conjunta de variadas sustancias que se
potencian y equilibran mutuamente pudiendo beneficiar a diferentes órganos o
funciones del organismo. Si bien su acción es más lenta, seguramente será más
persistente en el tiempo; no es
frecuente la aparición de efectos
de rebote, o de resistencias, o provocar
adicciones o efectos tóxicos.
Tengamos en cuenta sin embargo, que aunque no
con la frecuencia de los
medicamentos químicos, las plantas medicinales también tienen sus limitaciones y efectos
secundarios que es preciso conocer.
Principio
activo: el poder curativo de una especie medicinal le viene dado por uno o
más componentes que se encuentran en esa parte de la planta; a esto le llaman los yerberos “la sustancia” o “el
alma” de la planta. En términos científicos modernos se le denomina principio
activo, o sustancia responsable
de la actividad farmacológica.
Así la digoxina, un medicamento muy útil como estimulante del músculo cardiaco, es un principio
activo que se obtiene de las
hojas de Digital (Digitalis lanata); o la morfina, potente
analgésico que calma el dolor de muchas enfermedades, se obtiene de las
cápsulas de Amapola o adormidera (Papaver somniferum); del mismo modo los
principios activos responsables de la acción antiséptica y antibiótica
del Tomillo (Thymus
vulgaris)
que se obtienen de las hojas de esta planta son thymol y carvacrol.
Parte
utilizada o droga vegetal: se le llama así a la parte o partes concretas de la
planta que le confieren su utilidad terapéutica. Así cuando definamos una planta como medicinal debemos mencionar
obligatoriamente la parte de esta
planta que sustenta la actividad
curativa. Por ejemplo en el caso de la manzanilla (Matricaria recutita L.) la parte utilizada o droga vegetal
de esta planta son las flores, pero no las hojas ni
el tallo por tanto, sin en una infusión
de manzanilla no hay flores, no
habrá actividad terapéutica. Otro ejemplo es el
naranjo amargo (Citrus aurantium L.) en el que las flores tienen una actividad como sedante suave y para favorecer el sueño;
mientras que la cáscara del fruto tiene su actividad terapéutica para
favorecer el apetito y la digestión, y
para mejorar trastornos
circulatorios periféricos.
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